CALIDOSCOPIO
Nuestro
mundo íntimo era un calidoscopio
que
movían tus dedos de ágata y perlas.
Giraba
veloz, como una óptica noria que ofreciese
un sueño
móvil a nuestros ojos, perpetuamente asombrados.
¡Qué
bellas coloraciones danzaban incansables!
Teníamos
a nuestro alcance fantasías góticas
en forma
de vidrieras transmutadas por el sol.
Teníamos
campos abiertos a florestas que crujían al hollarlas
con nuestras felices pisadas.
Teníamos
mares infinitos, sembrados de zafiros
que
cabrilleaban al conjuro de los vientos.
¿Por qué
cediste el giro del calidoscopio a otras manos?
Los
colores rosas pasaron a bermellones iridiscentes
que
quemaban nuestras pestañas.
Los
lilas dulces se convirtieron en morados penitenciales
flagelando
nuestras retinas.
Los tonos
esmeralda en tristes verdes ajados…
Y los
azules impolutos en grises deslavazados.
Estamos
recobrando poco a poco los tonos perdidos,
cambiando
estructuras dañadas en aquél calidoscopio
de
nuestro mundo amado.
Pretendemos
que todo vuelva a lucir igual que antes…
Pero…
¡qué difícil es borrar los amargos colores de la decepción!
R.B.
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