lunes, 28 de octubre de 2013

50 AÑOS DE RAYUELA


El martes 22 de octubre de 2013 celebramos por todo lo grande que pudimos el cincuenta aniversario de la publicación de "Rayuela" de Julio Cortázar en Diotima R&D. Fue un evento sencillo y afectivo, ahí estuvo la grandeza, y esta fue la dedicatoria:

Yo conocí a  Julio Cortázar leyendo un  relato fantástico suyo “Autopista del Sur” con  el que abre su libro “Todos los fuegos el fuego” y en el que narra un embotellamiento que dura varios meses y en el que se crea una minicomunidad sobre la carretera.  Me impresionó y me desazonó. No sabía entonces que su mejor fuerza estaba en mirar hacia adentro de nosotros mismos. Esto lo descubrí hace más de diez años cuando devoré  Rayuela.
 Inicialmente iba desconcertada porque era una novela que,  en contra de lo usual, se podía leer de muy diferentes maneras. Los capítulos en orden secuencial. Pero no todos. Sólo una parte y la otra dejarla. Por un orden aleatorio que precisaba el autor o también en el orden que te diera la gana jugando con la propia subjetividad. ¿Era el comienzo de un caos? Era la antinovela como se le definiera para mí que todavía no había descubierto la antipoesía a la que me adscribiría como antipoeta. O la contranovela, como la definiera el propio Cortázar en la que empuja al lector a la actividad y al protagonismo.

 
En aquellos momentos no sabía si me encontraba ante el típico palabrero argentino. No había descubierto que era el mago de las palabras. Con  su escritura introspectiva nos introducía en un mundo propio para contarnos la historia de Horacio Oliveira y su amor y desamor por la Maga. Una mujer primaria que compartía sus días en  un ajeno Paris entre sesudos intelectuales que analizaban de continuo la   realidad pero no avanzaban por ella.
Contanovela, el acceso al surrealismo y un puntal de boom narrativo hispanoamericano era lo que llegaría a representar aquella historia contada como el juego de la rayuela, pintada con yeso sobre el asfalto para saltar a la pata coja sobre las casillas hasta alcanzar la final, el cielo de la rayuela.Todo en un recorrido por la introspección del ser humano entre sus paradojas y contradicciones, que era la forma de describirse  y de descubrirnos a nosotros mismos.

 
Desde que hace 50 apareció Rayuela ha permanecido como lo que es. Un hito narrativo en el que  el solemne, como buen argentino, don Julio derrama su escritura empapándonos con sus palabras con una peculiar  visión de la realidad. No se trata de un juego fácil - la vida no lo es-, pero si de una vivencia intensa la que nos facilita su escritura para llegar a ella.
El que escribió cosas tan bellas como: "Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo. Lo que me gusta de tu sexo es la boca. Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra." En eso estamos, en las palabras, a las que se llega tras tan prodigioso itinerario.
Hace año y medio  Kar Gabilondo nos ofreció una estupenda performance para homenajear a su amado Cortázar y permitirnos y disfrutar de él, sumergiéndonos en la lectura de su obra por parte del propio autor, mientras se escucha música de jazz,  junto con la   creación de Morlita Quan que  nos permitía físicamente sumergirnos en el espacio y flotar en él, como en la propia conciencia
Al cumplirse los 50 años de la aparición  de Rayuela todo esto vuelve Diotima como un  homenaje a la obra, al autor y a quienes  podemos mirar hacia atrás en este corto intervalo y, como ejemplo,  ver lo que es ahora el propio Kar, entonces tan solo un animoso Herr que intentaba abrirse un hueco entre nosotras para poder brindarnos su empuje y creatividad, con,  por ejemplo,  esa densa estela que está dejando la CAP genial de los musicales.
 O Morlii Morlita,  que tampoco ha cesado de regalarnos con su creatividad en el campo de la música o la imagen, hasta llegar al  peldaño más reciente de sus poemas intimistas.
 
Así tiene todo su  sentido esta celebración de los  50 años de Rayuela y en estos días volverá don Julio, de la mano de Kar, a estar presente para inundar, como un magnifico símbolo el intríngulis del laberinto de Diotima, otra rayuela,  en donde “cada vez iremos sintiendo menos y recordando más”
Namarya Xue
De Diotima Editorial en Second Life.

Fotos: Dahir Sapphire
 

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